A veces uno no
quiere chocar o enfrentarse a algo o alguien por miedo a generar un conflicto. Y
aunque tengas claro que lo que dices o haces es correcto concedes la razón a
otros quedándote callado. Todo para evitar una pelea o un momento de discordia
con familiares o amigos a los que aprecias. Tienes miedo de enfrentarte al ser
que amas por miedo a perder ese afecto. Y resulta que no evitas nada. Por el
contrario vas acumulando una reacción, una posición o una decisión que tarde
que temprano debes adoptar. A veces también, por no decir a tiempo lo que has
debido expresar en su momento para dejar clara tu opinión; otros
hablan por ti. Un día cualquiera sin imaginarlo la persona menos pensada, te
ayuda a abrir los ojos y te da una lección de vida. El temor al conflicto, a
chocar, a no enfrentar a un amigo o un ser querido para no discutir, se disipa, se va y te das cuenta que es
mejor vivir con verdades y no con mentiras y mucho menos con afectos fingidos. No hay duda que
es mejor hablar y no evitar, eso de que el que evita es sabio no siemore es cierto. Para hablar no hay que peleear simplemente conversar y si es imposible pues esa es la respuesta. Nunca podrás evadir lo que te corresponde enfrentar
con tus amigos o seres cercanos aunque no resulten seres muy queridos.
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