TANAINA

miércoles, 23 de abril de 2014

Lo que he aprendido de la vida

He aprendido cosas tal vez muchas pero todavía no las suficientes como para sentirme experta.  A estas alturas ya se que los problemas grandes se forman de las dificultades pequeñas al no haberles puesto corrección a tiempo. Ya sé que los enemigos provienen de aquellos que juraron ser tus amigos por encima de todo. No tengo duda que obtener un titulo no es la meta soñada en la vida y que ser madre no es la realización de una mujer. Ser madre es una responsabilidad a veces bella otras veces preocupante. Es inigualable pero creo que las mujeres pueden realizarse como seres humanos sin pasar por la sala de partos.  Ya se que en un instante podemos dar un punto de giro a nuestra vida y por eso es mejor siempre tener los pies sobre la tierra y actuar después de haber pensado. Ahora reconozco que a veces he elogiado a quien se lo creyó y se elevó tanto que ya perdió esa cualidad que me hizo elogiarle. A estas alturas no tengo la menor duda que no me gusta recibir flores, prefiero chocolates o un buen postre. Nunca me han gustado elogios acompañados de flores y mucho menos perdones o disculpas de amigos o amigas con rosas. He aprendido que a pesar de las equivocaciones y las decepciones que me han dado algunas personas sigo siendo una mujer fuerte y llena de alegría. Recurrir a los adagios populares a los refranes de los abuelos es un arma segura. Ahora se que lo que me incomoda y lo que me ha hecho daño queda en el pasado porque aprendí a vivir la vida momento a momento.  No tengo planes importantes porque toda mi vida es un plan importante. No quiero metas altas ni proyectos millonarios para que las personas me adulen y reconozcan cualidades que jamás me vieron. No quiero volverme famosa para sentirme grande, quiero seguir viviendo libre para disfrutar otro momento más y llegar a vieja escribiendo cosas que penetren al alma de quienes sienten la vida como yo. 

domingo, 20 de abril de 2014

Una Traición

Me encontré con una amiga y me pidió el favor que contara lo que le dije para intentar “sacarla del infierno”. Mi amiga tuvo una relación de casi dos años con un hombre que “daba la vida por ella”. Se iban a casar y habían planeado una vida de fantasía para los dos.  Cuando mi amiga, me presentó a su príncipe azul, yo no tuve la mejor impresión y le creí al corrientazo que me llegó desde el fondo del corazón. Tengo como costumbre creer lo que me dicta el corazón. Esa intuición que llega como una ráfaga y nunca falla. El tipo no me gustó. Le vi la falsedad en su mirada y al darle la mano lo corroboré con su energía nublada. Pero ella estaba feliz de vivir el amor a plenitud.  Ayer me llamó llorando y hoy le vi las lágrimas correr por sus mejillas. Ella recordó mis palabras de hace unos meses: ¡no es sincero, no le creo, pero…puedo estar equivocada! El hombre que le quitaba el sueño, el hombre que se convirtió en su vida, traicionó a mi amiga con una desconocida para ella. Lo descubrió a través de un mensajito de texto, de esos que al verlos destruyen sueños y acaban con la autoestima y con la esperanza de una mujer que ha cifrado su futuro en una relación. “¿No puedes hablar? ¿Con quien estás? ¿O acaso me engañas? Las traicionaba a las dos.  Mi amiga llamó a la otra y descubrió que el hombre de su vida tenía más vidas que un gato! Yo le dije: Aprende la lección, no es un error, es una lección dolorosa de vida. El propósito de tu vida no debió ser tu novio, las mujeres debemos tener un plan de vida ese es el verdadero propósito en la vida. Ese proyecto de vida lo elaboras tú sola, contigo misma. Con coraje y decisión. Le hablé de Cristina de Pisan en el siglo XV, primera mujer escritora profesional, que inventó “la ciudad de las damas”, le hablé de Simone de Beauvoir y su mujer rota, le hablé hasta de María Félix  que aseguraba que a un hombre se le llora un par de días y al tercer día se usan tacones y ropa nueva. Y le hablé de lo que pienso: si un hombre quiere compartir contigo debe saber que eres una mujer con una fuerza de voluntad inquebrantable y autodisciplinada que sabe lo que quiere y lucha por ello. Una mujer que no sufre del virus de oído porque no la pueden convencer con palabras sino con hechos. Le pedí que no llorara porque un ser que miente no vale la pena y le hice entender que tuvo suerte al descubrir a tiempo la traición. 

jueves, 17 de abril de 2014

Inolvidable

Mi papá le colgó el teléfono a Gabriel García.


Los que sentimos la muerte de Gabo, lo recordamos especialmente por su obra, por su legado y por la inmensa capacidad que poseía para influir con su pensamiento. Algunos lo conocieron en persona y fueron sus amigos. Otros tropezaron con él y recuerdan anécdotas del momento. En mi caso coincidimos porque algunos de mis libros los publicaba una editorial que le publicó por algún tiempo los libros al Nobel de literatura Gabriel García. Me recomendaron escribirle una carta para responder un elogio que hizo de mi trabajo y yo muy emocionada le escribí. Pasaron los meses y nunca recibí una respuesta escrita, pero cierto día mi papá respondió una llamada telefónica de alguien llamado Gabriel García.
-¡Hija te llamó un hombre de voz misteriosa, un señor llamado Gabriel García!
-¿Que dijo?-
-¡Que vuelve a llamar. ¡Dígale a Soledad que sentí el olor de la alcantarilla, que después hablamos!-
-¿Y no me dejó un número de teléfono?-
-¡No, era un tipo raro, yo le colgué!-
-¿Quién es?-
-¡Papá es Gabo, Gabriel García Márquez.

Tiempo después, tuve la oportunidad de escucharlo de conocer su opinión y de recibir un consejo del escritor que quedará en el alma de quienes nos gusta soñar para evitar que nuestra vida se nos vaya en vano.