Prometo que…
Hay promesas que no se deben romper pero se rompen y sin ningún temor ni arrepentimiento. La palabra dejó de ser
un compromiso y prometer o acordar algo es susceptible de cambio. Si bien es cierto todo puede ajustarse de acuerdo a las circunstancias y necesidad, hay que
intentar hacer las cosas con la verdad. Sin mentiras no es sano ejercer nuestro derecho a reevaluar nuestro pensamiento y decisiones a punta de patrañas. Cualquier razón por la que se rompe una promesa o juramento es válida aunque sea simplemente porque se cambia de idea o ya no es de interés para la
persona. Sin embargo hay promesas que no se deberían romper. Meter puñaladas por
la espalda es el pan de cada dia. Si me la haces te la repito y doble. De un día para otro se acaba con un negocio o una relación e incluso la promesa de
matrimonio se rompe porque es un derecho y si se ejerce no hay reproche social
ni familiar. A veces se paga una multa si hay un contrato de por medio.
Por eso están tan de moda los contratos. Las promesas que más se rompen son:
-Te amaré toda la vida.
- Jamás olvidaré este momento.
-Seré una tumba.
-No te preocupes que siempre estaré a tu lado.
-Ya te llamo.
-Espérame que voy para allá.
-Seremos amigos siempre.
-Ya voy por ti.
-Yo llevo el vino.
-Estaré ahí para verte.
-Jamás dudaré de ti.
-Cuándo me necesites cuenta conmigo.
-Mi casa es tu casa.
-Yo cuido tus hijos como cuido los mios.
-Yo pago la cuenta.
-Te lo devolveré.
-No te preocupes que te consigo el dinero.
-Cuenta con eso.
-Ni lo dudes, es tuyo.
-Te lo envío inmediatamente.
-Te lo compro y te lo llevo.
-Una vez firmado no hay poder humano que pueda dañar nuestro
acuerdo.
-Si vienes hasta acá te ayudo a llenar la planilla:
cuando llega no hay nadie.
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