He aprendido cosas tal vez muchas pero todavía
no las suficientes como para sentirme experta. A estas alturas ya se que los problemas
grandes se forman de las dificultades pequeñas al no haberles puesto corrección
a tiempo. Ya sé que los enemigos provienen de aquellos que juraron ser tus
amigos por encima de todo. No tengo duda que obtener un titulo no es la meta soñada
en la vida y que ser madre no es la realización de una mujer. Ser madre es una
responsabilidad a veces bella otras veces preocupante. Es inigualable pero creo
que las mujeres pueden realizarse como seres humanos sin pasar por la sala de
partos. Ya se que en un instante podemos
dar un punto de giro a nuestra vida y por eso es mejor siempre tener los pies
sobre la tierra y actuar después de haber pensado. Ahora reconozco que a veces
he elogiado a quien se lo creyó y se elevó tanto que ya perdió esa cualidad que
me hizo elogiarle. A estas alturas no tengo la menor duda que no me gusta
recibir flores, prefiero chocolates o un buen postre. Nunca me han gustado
elogios acompañados de flores y mucho menos perdones o disculpas de amigos o
amigas con rosas. He aprendido que a pesar de las equivocaciones y las
decepciones que me han dado algunas personas sigo siendo una mujer fuerte y
llena de alegría. Recurrir a los adagios populares a los refranes de los
abuelos es un arma segura. Ahora se que lo que me incomoda y lo que me ha hecho
daño queda en el pasado porque aprendí a vivir la vida momento a momento. No tengo planes importantes porque toda mi
vida es un plan importante. No quiero metas altas ni proyectos millonarios para
que las personas me adulen y reconozcan cualidades que jamás me vieron. No
quiero volverme famosa para sentirme grande, quiero seguir viviendo libre para
disfrutar otro momento más y llegar a vieja escribiendo cosas que penetren al
alma de quienes sienten la vida como yo.
TANAINA
miércoles, 23 de abril de 2014
domingo, 20 de abril de 2014
Una Traición
Me encontré
con una amiga y me pidió el favor que contara lo que le dije para intentar “sacarla
del infierno”. Mi amiga tuvo una relación de casi dos años con un hombre que “daba
la vida por ella”. Se iban a casar y habían planeado una vida de fantasía para
los dos. Cuando mi amiga, me presentó a
su príncipe azul, yo no tuve la mejor impresión y le creí al corrientazo que me
llegó desde el fondo del corazón. Tengo como costumbre creer lo que me dicta el
corazón. Esa intuición que llega como una ráfaga y nunca falla. El tipo no me gustó.
Le vi la falsedad en su mirada y al darle la mano lo corroboré con su energía
nublada. Pero ella estaba feliz de vivir el amor a plenitud. Ayer me llamó llorando y hoy le vi las lágrimas
correr por sus mejillas. Ella recordó mis palabras de hace unos meses: ¡no es
sincero, no le creo, pero…puedo estar equivocada! El hombre que le quitaba el sueño,
el hombre que se convirtió en su vida, traicionó a mi amiga con una desconocida
para ella. Lo descubrió a través de un mensajito de texto, de esos que al
verlos destruyen sueños y acaban con la autoestima y con la esperanza de una mujer
que ha cifrado su futuro en una relación. “¿No puedes hablar? ¿Con quien estás?
¿O acaso me engañas? Las traicionaba a las dos. Mi amiga llamó a la otra y descubrió que el
hombre de su vida tenía más vidas que un gato! Yo le dije: Aprende la lección,
no es un error, es una lección dolorosa de vida. El propósito de tu vida no debió
ser tu novio, las mujeres debemos tener un plan de vida ese es el verdadero propósito
en la vida. Ese proyecto de vida lo elaboras tú sola, contigo misma. Con coraje
y decisión. Le hablé de Cristina de Pisan en el siglo XV, primera mujer
escritora profesional, que inventó “la ciudad de las damas”, le hablé de Simone
de Beauvoir y su mujer rota, le hablé
hasta de María Félix que aseguraba que a
un hombre se le llora un par de días y al tercer día se usan tacones y ropa
nueva. Y le hablé de lo que pienso: si un hombre quiere compartir contigo debe
saber que eres una mujer con una fuerza de voluntad inquebrantable y autodisciplinada
que sabe lo que quiere y lucha por ello. Una mujer que no sufre del virus de oído
porque no la pueden convencer con palabras sino con hechos. Le pedí que no
llorara porque un ser que miente no vale la pena y le hice entender que tuvo
suerte al descubrir a tiempo la traición.
jueves, 17 de abril de 2014
Inolvidable
Mi papá le colgó el teléfono a Gabriel
García.
Los que sentimos la muerte de Gabo, lo
recordamos especialmente por su obra, por su legado y por la inmensa capacidad
que poseía para influir con su pensamiento. Algunos lo conocieron en persona y
fueron sus amigos. Otros tropezaron con él y recuerdan anécdotas del momento. En
mi caso coincidimos porque algunos de mis libros los publicaba una editorial
que le publicó por algún tiempo los libros al Nobel de literatura Gabriel García.
Me recomendaron escribirle una carta para responder un elogio que hizo de mi
trabajo y yo muy emocionada le escribí. Pasaron los meses y nunca recibí una
respuesta escrita, pero cierto día mi papá respondió una llamada telefónica de
alguien llamado Gabriel García.
-¡Hija te llamó un hombre de voz misteriosa,
un señor llamado Gabriel García!
-¿Que dijo?-
-¡Que vuelve a llamar. ¡Dígale a Soledad que
sentí el olor de la alcantarilla, que después hablamos!-
-¿Y no me dejó un número de teléfono?-
-¡No, era un tipo raro, yo le colgué!-
-¿Quién es?-
-¡Papá es Gabo, Gabriel García Márquez.
Tiempo después, tuve la oportunidad de
escucharlo de conocer su opinión y de recibir un consejo del escritor que quedará
en el alma de quienes nos gusta soñar para evitar que nuestra vida se nos vaya
en vano.
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