TANAINA

domingo, 20 de abril de 2014

Una Traición

Me encontré con una amiga y me pidió el favor que contara lo que le dije para intentar “sacarla del infierno”. Mi amiga tuvo una relación de casi dos años con un hombre que “daba la vida por ella”. Se iban a casar y habían planeado una vida de fantasía para los dos.  Cuando mi amiga, me presentó a su príncipe azul, yo no tuve la mejor impresión y le creí al corrientazo que me llegó desde el fondo del corazón. Tengo como costumbre creer lo que me dicta el corazón. Esa intuición que llega como una ráfaga y nunca falla. El tipo no me gustó. Le vi la falsedad en su mirada y al darle la mano lo corroboré con su energía nublada. Pero ella estaba feliz de vivir el amor a plenitud.  Ayer me llamó llorando y hoy le vi las lágrimas correr por sus mejillas. Ella recordó mis palabras de hace unos meses: ¡no es sincero, no le creo, pero…puedo estar equivocada! El hombre que le quitaba el sueño, el hombre que se convirtió en su vida, traicionó a mi amiga con una desconocida para ella. Lo descubrió a través de un mensajito de texto, de esos que al verlos destruyen sueños y acaban con la autoestima y con la esperanza de una mujer que ha cifrado su futuro en una relación. “¿No puedes hablar? ¿Con quien estás? ¿O acaso me engañas? Las traicionaba a las dos.  Mi amiga llamó a la otra y descubrió que el hombre de su vida tenía más vidas que un gato! Yo le dije: Aprende la lección, no es un error, es una lección dolorosa de vida. El propósito de tu vida no debió ser tu novio, las mujeres debemos tener un plan de vida ese es el verdadero propósito en la vida. Ese proyecto de vida lo elaboras tú sola, contigo misma. Con coraje y decisión. Le hablé de Cristina de Pisan en el siglo XV, primera mujer escritora profesional, que inventó “la ciudad de las damas”, le hablé de Simone de Beauvoir y su mujer rota, le hablé hasta de María Félix  que aseguraba que a un hombre se le llora un par de días y al tercer día se usan tacones y ropa nueva. Y le hablé de lo que pienso: si un hombre quiere compartir contigo debe saber que eres una mujer con una fuerza de voluntad inquebrantable y autodisciplinada que sabe lo que quiere y lucha por ello. Una mujer que no sufre del virus de oído porque no la pueden convencer con palabras sino con hechos. Le pedí que no llorara porque un ser que miente no vale la pena y le hice entender que tuvo suerte al descubrir a tiempo la traición. 

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