Mi papá le colgó el teléfono a Gabriel
García.
Los que sentimos la muerte de Gabo, lo
recordamos especialmente por su obra, por su legado y por la inmensa capacidad
que poseía para influir con su pensamiento. Algunos lo conocieron en persona y
fueron sus amigos. Otros tropezaron con él y recuerdan anécdotas del momento. En
mi caso coincidimos porque algunos de mis libros los publicaba una editorial
que le publicó por algún tiempo los libros al Nobel de literatura Gabriel García.
Me recomendaron escribirle una carta para responder un elogio que hizo de mi
trabajo y yo muy emocionada le escribí. Pasaron los meses y nunca recibí una
respuesta escrita, pero cierto día mi papá respondió una llamada telefónica de
alguien llamado Gabriel García.
-¡Hija te llamó un hombre de voz misteriosa,
un señor llamado Gabriel García!
-¿Que dijo?-
-¡Que vuelve a llamar. ¡Dígale a Soledad que
sentí el olor de la alcantarilla, que después hablamos!-
-¿Y no me dejó un número de teléfono?-
-¡No, era un tipo raro, yo le colgué!-
-¿Quién es?-
-¡Papá es Gabo, Gabriel García Márquez.
Tiempo después, tuve la oportunidad de
escucharlo de conocer su opinión y de recibir un consejo del escritor que quedará
en el alma de quienes nos gusta soñar para evitar que nuestra vida se nos vaya
en vano.
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