Hace varios años descubrí que la
felicidad está relacionada con el optimismo y con la capacidad individual de escoger
estímulos adecuados para generar pensamientos positivos. Un pensamiento
positivo es por ejemplo “quiero hacerlo”, “puedo hacerlo” “sé que podré”. Pero como en la vida hay que lidiar con
negativos y positivos es vital abrir los ojos y en una situación adversa saber
a conciencia identificar si estás o no haciendo bien las cosas. Por ejemplo: cuando
te enfermas o confías en personas equivocadas, o cuando inviertes el tiempo en
tareas improductivas; es decir que no te proporcionan ningún provecho ni
espiritual ni económico, es indispensable ser honestos consigo mismos y aceptar
tus equivocaciones sin resentirte. Necesitas darte cuenta que para remover los
obstáculos debes reorganizarte y adoptar otra forma de actuar. Es importante minimizar
el impacto de los acontecimientos negativos en tu vida y acostumbrarte a
utilizar los recursos que tienes para generar mecanismos y pensamientos
positivos. Hacerlo es una destreza que vas mejorando con la práctica y poco a
poco se incorpora en la conducta para convertirse en una herramienta preventiva
y eficaz que te ayude a vivir satisfactoriamente. No se trata de engañar
nuestra realidad y cerrarse a aceptar lo virulento que nos rodea o nos afecta.
Para ser una persona feliz debes prepararte internamente y conocerte a ti
mismo. Saber si posees las cualidades de una persona feliz o por el contrario
está cultivando miedos y decepciones.
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